Patrona de Extremadura
Año 1326
Fiesta 8 de Septiembre
La Virgen de Guadalupe
Historia y Leyenda secular
Guadalupe es nombre de río: en su origen árabe significa <río
escondido». Es también nombre de siega, y de pueblo que circunda el
monasterio y santuario del mismo nombre. Pero el corazón de lo
guadalupano, y de toda Extremadura, es la Virgen de Guadalupe.
Como
en tantas otras advocaciones marianas medievales, la leyenda señala
como autor de la sagrada imagen al evangelista San Lucas. Según la
leyenda, la imagen estaba en Bizancio (Constantinopla, Estambul), de
donde fue llevada a Roma, y de Roma llegó a España, como regalo del papa
San Gregorio a San Lean dro. Al ser tomada Sevilla por los invasores
musulmanes, la imagen fue llevada a Extremadura por los cristianos
sevillanos que huyeron de la invasión islámica y quisieron salvar lo de
mayor valor: la imagen de la Virgen fue escondida en el cauce de una
rambla, río seco (o «escondido»: guada‑lupe)
que sólo lleva agua cuando llueve torrencialmente. Los que llevaron la
imagen murieron al cabo de los años, sin dejar a sus descendientes
indicación alguna de dónde se hallaba escondida la imagen mariana. Al
cabo de cinco siglos, un pastor entre tantos como conducían sus rebaños
por aquellos parajes, halló milagrosamente la sagrada imagen. El nombre
del pastor está indisolublemente unido a la Virgen de Guadalupe: Gil
Cordero.
¿Qué
puede haber de cierto en esa leyenda? Descartada la autoría de San
Lucas ‑que ciertamente trazó con mano maestra los rasgos humanos y
cristianos de María en su Evangelio‑, alguna relación parece tener con
el oriente cristiano y con el intermediario, San Leandro. No es
descabellado afirmar que la talla pudo tener su origen en Bizancio, por
la madera de ébano oriental en que está esculpida. Por otra parte, las
tierras cercanas a Guadalupe tienen bastante relación con San Leandro y
los «cuatro santos hermanos cartageneros»»: Leandro (,, 13 de
noviembre), Isidoro (,Y 26 de abril), Fulgencio (,‑ 16 de enero) y
Florentina (.‑ 20 de junio). Los sepulcros de los dos últimos están
situados a pocos kilómetros de Guadalupe, en Berzocana.
La
historia de Guadalupe comienza, sin duda, con el hallazgo de Gil
Cordero, que comunicó a los clérigos del lugar la sorprendente invención
de la imagen, a la que edificaron una modesta capilla. En 1336, el rey
Alfonso XI, que acudió a venerar la imagen de la Virgen, ordenó que se
erigiese en su honor un gran templo de estilo mudéjar, cuyos muros
perduran desafiando el correr de los siglos.
El
rey quedó tan prendado de aquella imagen morena, que, cuando iba a
emprender la histórica batalla a orillas del río Salado, en la actual
provincia de Cádiz, contra los benimerines, confió su suerte a la Virgen
de Guadalupe. La batalla del Salado tenía todas las características de
cruzada contra los moros. Por eso, ayudaron al rey castellano tropas
portuguesas y navíos de la Corona de Aragón. Después de la victoria, el
30 de octubre de 1340, Alfonso XI de Castilla acudió a postrarse a los
pies de la Virgen de Guadalupe, para rendir tributo de gratitud a quien
había hecho posible la derrota de los enemigos musulmanes, que ya no
podrían invadir la península Ibérica, porque se les había cerrado la
puerta del Estrecho. El monarca castellano distinguió con su patronazgo
el santuario de Guadalupe.
LA ORDEN JERÓNIMA, EN GUADALUPE
Años
más tarde, en 1389, llegarían a Guadalupe los beneméritos monjes
jerónimos, que se harían cargo de fomentar el culto mariano. Fray Yáñez
de Figueroa fue el primer prior de Guadalupe.
De
1389 a 1835 ‑año histórico de la exclaustración que tan duro golpe iba a
dar a la orden jerónima afincada mayoritariamente en territorio
español‑ permanecieron los jerónimos en Guadalupe
Cuatrocientos cuarenta y seis años de esplendor en torno a la Virgen de Guadalupe, a la que acudían millares de peregrinos.
A
raíz del descubrimiento de América, en el que tanta importancia
tuvieron los conquistadores extremeños, Guadalupe adquirió renombre en
ultramar. Los primeros indios que llegaron a España con los
conquistadores fueron llevados a Guadalupe para recibir las aguas
bautismales al amparo de la Virgen de Guadalupe. De aquí partían los
conquistadores y los emigrantes, y aquí iniciaban su vida cristiana los
primeros indios que llegaban a España. Santa María de Guadalupe,
presente en el ir y venir de españoles e hispanoamericanos, unidos en
una misma fe en Jesucristo, el hijo de la Virgen.
De 1835 a 1879, con la ausencia de los jerónirnos,
cuya orden había sido suprimida por real decreto, el santuario y la
devoción a la Virgen de Guadalupe decayeron notablemente, hasta el punto
de temer que quedaran relegados al olvido como acontecimiento histórico
del pasado. Permanecía abierto el santuario, que ejercía de parroquia. Y
permanecía la Virgen, alentando la llegada de tiempos mejores.
LOS FRANCISCANOS, CUSTODIOS DE GUADALUPE
En
1879, un hecho histórico vino a despertar el interés por Guadalupe: el
templo mariano fue declarado monumento nacional. Las gentes de los
alrededores descubrieron la joya que tan cerca tenían y casi ignoraban.
Y, dieciocho años después, como síntoma claro de que la devoción a la
Virgen de Guadalupe volvía a ser parte esencial de la fe católica del
pueblo extremeño, era declarada Patrona de Extremadura, en 1907. Dos
acontecimientos, que decidieron a la jerarquía eclesiástica a tomar muy
en serio el fenómeno religioso guadalupano.
La
orden jerónima permanecía sin restaurarse. Y se decidió ofrecer a los
franciscanos la custodia de Guadalupe. Desde 1908, los hijos de San
Francisco han trabajado duro para restaurar Guadalupe, material,
artística y, sobre todo, espiritual
mente.
A los veinte años de su llegada, los franciscanos lograron dar un paso
importante en la historia de Guadalupe: la coronación canónica de la
Virgen.
En
1953, a los veinticinco años de la coronación, Félix Granda logra para
la sagrada imagen un trono nuevo, verdadera obra de arte, enmarcado en
el camarín barroco: jaspe y mármoles, esmaltes y plata, componen el
entorno de la secular imagen. Allí quedan plasmados, a la vista de los
miles de peregrinos que continúan acudiendo a Guadalupe, las escenas
evangélicas de la vida de la Virgen y la historia particular de Nuestra
Señora de Guadalupe.
Cada
6 de septiembre, Guadalupe ‑santuario, explanada, dependencias y
pueblo‑ son incapaces de acoger a los miles y miles de extremeños, que
vienen a celebrar la fiesta de su Patrona, que, desde el nacimiento de
la Comunidad Autónoma de Extremadura, es también la fiesta civil de
Extremadura. Santa María de Guadalupe, tan presente siempre en el
corazón de cada extremeño, esté donde esté, sigue siendo el faro que
indica dónde está el puerto de salvación: Jesucristo, el Señor, que,
como regalo más preciado antes de morir en la cruz, nos dejó a la Madre
en herencia perpetua. JSÉ A. MARTINEZ PUCHE, O.P.
Fuente: http://www.serviciocatolico.com/files/virgen_guadalupe.htm
No hay comentarios.:
Publicar un comentario