de la SantisimaVirgenMaría
Siglo XV
San Ignacio de Loyola
Santo Fundador de la Compañía de Jesús
San Ignacio de Loyola supo transmitir a los demás su entusiasmo y amor por defender la causa de Cristo.
Un poco de historia
Nació
y fue bautizado como Iñigo en 1491, en el Castillo de Loyola, España.
De padres nobles, era el más chico de ocho hijos. Quedó huérfano y fue
educado en la Corte de la nobleza española, donde le instruyeron en los
buenos modales y en la fortaleza de espíritu.
Quiso
ser militar. Sin embargo, a los 31 años en una batalla, cayó herido de
ambas piernas por una bala de cañón. Fue trasladado a Loyola para su
curación y soportó valientemente las operaciones y el dolor. Estuvo a
punto de morir y terminó perdiendo una pierna, por lo que quedó cojo
para el resto de su vida.
Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”.
Durante su recuperación, quiso leer novelas de caballería, que le gustaban mucho. Pero en el castillo, los únicos dos libros que habían eran: Vida de Cristo y Vidas de los Santos. Sin mucho interés, comenzó a leer y le gustaron tanto que pasaba días enteros leyéndolos sin parar. Se encendió en deseos de imitar las hazañas de los Santos y de estar al servicio de Cristo. Pensaba: “Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, también yo puedo hacer lo que ellos hicieron”.
Una
noche, Ignacio tuvo una visión que lo consoló mucho: la Madre de Dios,
rodeada de luz, llevando en los brazos a su Hijo, Jesús.
Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios.
A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando.
Iñigo pasó por una etapa de dudas acerca de su vocación. Con el tiempo se dio cuenta que los pensamientos que procedían de Dios lo dejaban lleno de consuelo, paz y tranquilidad. En cambio, los pensamientos del mundo le daban cierto deleite, pero lo dejaban vacío. Decidió seguir el ejemplo de los santos y empezó a hacer penitencia por sus pecados para entregarse a Dios.
A los 32 años, salió de Loyola con el propósito de ir peregrinando hasta Jerusalén. Se detuvo en el Santuario de Montserrat, en España. Ahí decidió llevar vida de oración y de penitencia después de hacer una confesión general. Vivió durante casi un año retirado en una cueva de los alrededores, orando.
Tuvo
un período de aridez y empezó a escribir sus primeras experiencias
espirituales. Éstas le sirvieron para su famoso libro sobre “Ejercicios
Espirituales”. Finalmente, salió de esta sequedad espiritual y pasó al
profundo goce espiritual, siendo un gran místico.
Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios.
Logró llegar a Tierra Santa a los 33 años y a su regreso a España, comenzó a estudiar. Se dio cuenta que, para ayudar a las almas, eran necesarios los estudios.
Convirtió
a muchos pecadores. Fue encarcelado dos veces por predicar, pero en
ambas ocasiones recuperó su libertad. Él consideraba la prisión y el
sufrimiento como pruebas que Dios le mandaba para purificarse y
santificarse.
A
los 38 años se trasladó a Francia, donde siguió estudiando siete años
más. Pedía limosna a los comerciantes españoles para poder mantener sus
estudios, así como a sus amigos. Ahí animó a muchos de sus compañeros
universitarios a practicar con mayor fervor la vida cristiana. En esta
época, 1534, se unieron a Ignacio 6 estudiantes de teología. Motivados
por lo que decía San Ignacio, hicieron con él voto de castidad, pobreza y
vida apostólica, en una sencilla ceremonia.
San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola.
San Ignacio mantuvo la fe de sus seguidores a través de conversaciones personales y con el cumplimiento de unas sencillas reglas de vida. Poco después, tuvo que interrumpir sus estudios por motivos de salud y regresó a España, pero sin hospedarse en el Castillo de Loyola.
Dos
años más tarde, se reunió con sus compañeros que se encontraban en
Venecia y se trasladaron a Roma para ofrecer sus servicios al Papa.
Decidieron llamar a su asociación la Compañía de Jesús, porque estaban
decididos a luchar contra el vicio y el error bajo el estandarte de
Cristo. Paulo II convirtió a dos de ellos profesores de la Universidad. A
Ignacio, le pidió predicar los Ejercicios Espirituales y catequizar al
pueblo. Los demás compañeros trabajaban con ellos.
Ignacio
de Loyola, de acuerdo con sus compañeros, resolvió formar una
congregación religiosa que fue aprobada por el Papa en 1540. Añadieron a
los votos de castidad y pobreza, el de la obediencia, con el que se
comprometían a obedecer a un superior general, quien a su vez, estaría
sujeto al Papa.
La
Compañía de Jesús tuvo un papel muy importante en contrarrestar los
efectos de la Reforma religiosa encabezada por el protestante Martín
Lutero y con su esfuerzo y predicación, volvió a ganar muchas almas para
la única y verdadera Iglesia de Cristo.
Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica.
Ignacio pasó el resto de su vida en Roma, dirigiendo la congregación y dedicado a la educación de la juventud y del clero, fundando colegios y universidades de muy alta calidad académica.
Para
San Ignacio, toda su felicidad consistía en trabajar por Dios y sufrir
por su causa. El espíritu “militar” de Ignacio y de la Compañía de Jesús
se refleja en su voto de obediencia al Papa, máximo jefe de los jesuítas.
Su libro de “Ejercicios Espirituales” se sigue utilizando en la actualidad por diferentes agrupaciones religiosas.
San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado en 1609 y canonizado en 1622.
San Ignacio murió repentinamente, el 31 de julio de 1556. Fue beatificado en 1609 y canonizado en 1622.
¿Qué nos enseña su vida?
A ser fuertes ante los problemas de la vida.
A saber desprendernos de las riquezas.
A amar a Dios sobre todas las cosas.
A saber transmitir a los demás el entusiasmo por seguir a Cristo.
A vivir la virtud de la caridad ya que él siempre se preocupaba por los demás.
A perseverar en nuestro amor a Dios.
A ser siempre fieles y obedientes al Papa, representante de Cristo en la Tierra.
Oración
Virgen
María, ayúdanos a demostrar en nuestra vida de católicos convencidos,
una profunda obediencia a la Iglesia y al Papa, tal como San Ignacio nos
lo enseñó con su vida de servicio a los demás.
Amén.
Amén.
Fuente: http://www.churchforum.org/san-ignacio-loyola.htm
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