domingo, 8 de septiembre de 2013

Aparición de la Virgen María a San Gregorio

Aparición de la Virgen María a San Gregorio Taumaturgo en el año 231 (Enero)




Aparición de la Virgen María a San Gregorio Taumaturgo en el año 231 (Enero)
Según Gregorio de Nisa (+ 394), la Santísima Virgen María y el apóstol Juan se le habrían aparecido en 231, a San Gregorio Taumaturgo.

Una noche tuvo una visión extraordinaria: él vio a un anciano, vestido con una ropa que mostraba una cierta dignidad, que, en voz baja, señaló a una mujer muy bella y majestuosa; Gregorio reconoció en la aparición a la Santísima Virgen María .


El carácter extraordinario de la aparición fue que, a pesar de estar en medio de la noche, brillaba una luz clara que iluminaba a las figuras, como si se tratara de una lámpara encendida. Incapaz de aguantar en sus ojos humanos la fulgurante luz, Gregorio cerró los ojos y se sentó solo escuchar a la que había aparecido y que fue sin duda la Madre de Dios escuchó su llamado a Juan Evangelista (el viejo que la acompañaba) a llevarle al misterio de la fe verdadera.

Juan, entonces, por pedido de María, dio explicaciones detalladas a Gregorio sobre las cuestiones de la doctrina religiosa, objeto de fuerte controversia en la que participaba activamente. Después de proporcionar esta aclaración, los dos desaparecieron.
BIOGRAFÍA DE DA GREGORIO TAUMATURGO O EL ILUMINADOR

Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A este santo le pusieron ese nombre porque según decía la gente, desde tiempos de Moisés, no se había visto a un simple hombre conseguir tantos milagros como los que obtuvo él.
Los armenios lo veneran como al apóstol que llevó la luz del Evangelio a su país, por lo que le llaman el "Iluminado" o "Iluminador" y le tienen como al patrono principal. Gregorio vino al mundo en Armenia durante el siglo tercero, en la época en que el país había sido invadido por los persas.


Nació Gregorio cerca del Mar Negro, de una familia pagana. Sus padres que eran de familia noble lo encauzaron hacia los estudios de las leyes.

Cuando era joven tuvo que viajar a
Cesarea, en Palestina, a acompañar a una hermana, y allá conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, el cual había puesto una escuela de teología en esa ciudad. Desde el primer encuentro el sabio Orígenes se dio cuenta de que Gregorio poseía unas cualidades excepcionales para el estudio y lo recibió en su famosa escuela. Lo dedicó enseguida a que leyera todo lo que los antiguos autores habían escrito acerca de Dios y el joven se fue dando cuenta de lo verdaderamente admirable y cierto acerca de Dios que dice la S. Biblia, y se convirtió al cristianismo y se hizo bautizar.

Fascinado por la personalidad de Orígenes, el joven Gregorio renunció a su antiguo plan de dedicarse a la abogacía y se consagró totalmente a los estudios religiosos. Más tarde dirá: "Cuando estábamos estudiando nuestro maestro Orígenes era para nosotros como un ángel de la guarda. Siempre cuidaba de nuestra alma con un interés increíble. Parecía que cuando íbamos a sus clases el ángel guardián no tenía nada que hacer porque el maestro Orígenes lo reemplazaba cuidando amorosamente el alma de cada uno de nosotros. Nos guiaba por el camino de la virtud no sólo con sus luminosas palabras sino con los admirables ejemplos de su buen comportamiento" (¡Quisiera Dios que los alumnos de hoy pudieran decir lo mismo de sus maestros!)


El año 238 cuando ya Gregorio terminó sus estudios hizo un hermoso discurso de despedida a su gran profesor, alabando los métodos que Orígenes tenía para educar. En este discurso, que aún se conserva, se señalan ciertos datos de importancia para conocer como aquel sabio se preocupaba no sólo de que sus alumnos fueran muy instruidos sino también de que fueran sumamente virtuosos.

Al llegar a su patria, a su ciudad
Neocesarea del Ponto, fue nombrado obispo, y empezó entonces una cadena incontable de milagros. San Gregorio de Nisa al hacer el discurso fúnebre de nuestro santo, narra unos cuantos como por ej. El poder tan extraordinario que tenía de expulsar los malos espíritus. En cierta ocasión dos familias se peleaban a muerte por un nacedero de agua. Viendo que la pelea no acababa nunca, el santo le envió una bendición al nacedero y este se secó y ya no hubo más peleas. La casa del obispo Gregorio estaba siempre llena de gente aguardando en su puerta para que les diera la bendición. Él los instruía en la religión y luego les obtenía de Dios su curación. Y así con su predicación y sus milagros logró aumentar enormemente el número de cristianos en aquella ciudad.

San Gregorio Taumaturgo necesitaba construir un nuevo templo porque el número de creyentes había aumentado mucho, pero no tenía como terreno sino un cerro abrupto. Y un día dijo: "Vamos a ver si es cierto lo que Jesús dijo: "si tenéis fe, podréis decir a un monte: ¡quítate de ahí! – y este obedecerá". Y se puso a rezar con mucha fe, y sobrevino un terremoto y el cerro se derrumbó quedando allí una buena explanada para construir el templo.

San Gregorio de
Nisa y San Basilio comentaban cómo su abuela Santa Macrina, que había conocido a este santo les narraba que la vida de Gregorio era como un retrato de lo que el evangelio dice que debe ser la vida de un buen amigo de Dios; que nadie veía en él jamás un estallido de cólera; que siempre sus respuestas eran sencillas: "si, si" o "no, no", como lo manda el evangelio. Que su piedad era tan admirable que al rezar parecía estar viendo al invisible".
Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos. Y él mismo ser retiró a un bosque, acompañado de un antiguo sacerdote pagano, al cual él había convertido al cristianismo.

Y sucedió que un infante fue y avisó a la policía dónde estaban escondidos los dos. Y llegó un numeroso grupo de policías y por más que requisaron todo el bosque no lo lograron encontrar. Cuando la policía se fue, llegó el informante y al verlos allí y darse cuenta de que por milagro no los habían logrado ver los policías, se convirtió el también al cristianismo.

San Gregorio se propuso hacer que la religión fuera muy agradable para la gente y así en las vísperas de las grandes fiestas organizaba resonantes festivales populares donde todo el mundo estaba contento y alegre sin ofender a Dios. Esto le atrajo la simpatía de la ciudad.

Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran santo poco antes de morir. Preguntó: "¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?" Le respondieron: "Quedan diecisiete", y él exclamó gozoso: "Gracias Señor: ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos".



Poco antes de morir pidió que lo enterraran en el cementerio de los pobres porque él quería estar también junto a ellos hasta después de muerto.

Las gentes lo invocaban después cuando había inundaciones y terremotos, y es que él con sus oraciones logró detener terribles inundaciones que amenazaban acabar con todo.
UNA DE LAS PRIMERAS APARICIONES DE LA VIRGEN

Una noche que Gregorio meditaba sobre la doctrina de la fe, se le apareció un anciano vestido de religioso, de cuyo rostro y cuerpo emanaban virtud y gracia.

Sorprendido ante esa aparición, Gregorio se levantó de su cama y preguntó: ¿"Quién es usted y qué desea? El desconocido le calmó hablándole dulcemente, le dijo que se le aparecía por orden de Dios para aclarar sus dudas y descubrirle la verdad de la fe piadosa. Reconfortado por esas palabras, Gregorio lo miraba, entre asustado y alegre. La aparición le tendió la mano, como para mostrarle la dirección opuesta, y viendo hacia donde él giró sus ojos, reconoció a un segundo personaje con rasgos femeninos, llenos de una majestad sobrenatural.

De nuevo sorprendido, Gregorio baja los ojos, impedido ante esta visión, pues no podía soportar la fuerza de su resplandor. Escuchó a los dos personajes dialogar sobre lo que le preocupaba: así, no sólo adquirió la verdadera ciencia de la fe, sino incluso supo reconocer y nombrar a los dos personajes que conversaban entre ellos.

Escuchó al personaje femenino exhortar al evangelista Juan a llevar al joven a descubrir el misterio de la piedad; Juan respondió que lo haría a fin de satisfacer la voluntad de la Madre de Dios, si así Ella lo deseaba y luego los dos desaparecieron. Gregorio se dio prisa en poner por escrito la enseñanza divina, darla a conocer a la Iglesia y legarla a la posteridad como herencia de la lección recibida del Cielo.
Fuente: http://foros-virgen-maria.blogspot.com/2010/01/aparicion-de-la-virgen-maria-san.html



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