Apariciones de angeles y hombres
Ejemplos Biblicos de Apariciones de hombres y Angeles
Aparición de Moises y Elias a Jesús y los Apóstoles
De
pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro
dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí
mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
(Mateo 17; 3-4)
Algunas de las muchas citas bíblicas de ángeles entre los humanos son:
Aparición a Lot:
Los
dos ángeles legaron a Sodoma por la tarde. Lot estaba sentado a la
puerta de Sodoma. Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y postrándose
rostro en tierra, (Génesis 19:2)
Aparición a Abraham
Alargó
Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Entonces le
llamó el Ángel del Señor desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!"
Él dijo: "Heme aquí.“ Dijo el Ángel: "No alargues tu mano contra el
niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya
que no me has negado tu hijo, tu único." (Génesis 22: 10-12)
Aparición A Jacob:
Y me dijo el Ángel de Dios en aquel sueño: "¡Jacob!" Yo respondí: "Aquí estoy." (Génesis 31:11)
Aparición a Zacarias:
Pero
el Ángel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada.
Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. (Lucas 1:13)
Aparición a María “Anunciación”:
El
Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de
gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella quedó
desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el
Ángel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; (Lucas 1: 28-31)
Aparición en sueños:
Mientras
pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo
que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. (Mateo 1:20)
Aparición en sueños:
Después
de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a
José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y
permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo". (Mateo 2:13)
Aparición a Felipe:
El
Ángel del Señor dijo a Felipe: "Levántate y ve hacia el sur, por el
camino que baja de Jerusalén a Gaza: es un camino desierto". Hechos 8:26
Aparición a Lucas:
Esta noche, se me apareció un ángel del Dios al que yo pertenezco y al que sirvo. (Hechos 27:23)
Aparición a algunas mujeres:
Es
verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han
desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar el
cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos
ángeles, asegurándoles que él está vivo. (Lucas 24: 22-23. )
San Miguel en las Sagradas Escrituras
En el Antiguo Testamento:
En el libro de Daniel, Dios envía a San Miguel para asegurarle a Daniel su protección (Dn. 10,13 - 12,1) y guiar al pueblo de Israel por el desierto.
En el libro del Exodo
(23,20), el Señor dijo a los Israelitas: «Yo voy a enviar un ángel
delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el
lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz...».
En
Judas 9, se observa a San Miguel altercando con el diablo y
disputándose el cuerpo de Moisés, que había muerto. En obediencia al
mandato de Dios, San Miguel escondió la tumba de Moisés, ya que la gente
y también Satanás querían exponerla para llevar a los Israelitas al
pecado de idolatría.
También se hace alusión a San Miguel en: 2 Mac. 11,6 y 15,22.
En
la actualidad, los judíos invocan al Arcángel Miguel como el principal
defensor de la sinagoga y como protector contra sus enemigos. En la
fiesta de la expiación concluyen sus oraciones diciendo: «Miguel,
príncipe de misericordia, ora por Israel».
En el Nuevo Testamento:
Aquí
también el papel de San Miguel es muy importante pues continúa su
poderosa defensa. Con sus ángeles, libra la batalla victoriosa contra
Satanás y los ángeles rebeldes, los cuales son arrojados del cielo. Es
por eso venerado como guardián de la Iglesia. «Entonces se libró una
batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón y éste contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo...» Apoc. 12,7-9.
El
honor y la veneración a San Miguel, ha sido parte esencial de la vida
de la Iglesia desde sus inicios. Se le han atribuido innumerables
beneficios espirituales y temporales. El emperador Constantino atribuyó a
este arcángel las victorias sobre sus enemigos y por ello le construyó
cerca de Constantinopla una magnífica iglesia en su honor que se
convirtió en lugar de peregrinación, donde muchos enfermos recibieron
sanación por la intercesión de San Miguel.
Las apariciones, ¿objeto de fe?
Padre Rogelio Alcántara
El
creer es un acto del ser humano que consiste en una adhesión personal a
Dios y a lo que Él nos ha revelado de Sí mismo. Esta revelación es el
contenido de nuestra fe y está presente de manera resumida en el Credo.
Esta revelación, llamada pública, ha sido dada completamente en
Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Él es la Palabra única,
perfecta e insustituible del Padre. En Él -en su Hijo- lo ha dicho todo,
no habrá otra palabra más que ésta.
Las apariciones de la Virgen -las verdaderas, que han sido reconocidas como tales por la Iglesia- en estricto rigor no son «para creer en ellas». Basta con creer con firme convicción lo que está resumido en el Credo y ello es suficiente para ser un cristiano católico convencido. Las verdaderas apariciones de la Virgen soy libre de aceptarlas con respeto filial, porque quieren ayudarme a vivir y para avivar mi devoción a la Madre del Señor.
Por tanto, no son objeto de nuestra fe las apariciones o los hallazgos de imágenes. El objeto de nuestra fe es Dios y su plan eterno de salvación, revelado en Jesucristo. Lo que sí es objeto de nuestra fe, con respecto a la Santísima Virgen, son las verdades referentes a ella, que están contenidas al reconocerla como Madre de Dios, y que han sido declaradas por el magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos.
No llamemos, pues, aparición de la virgen al hallazgo de una imagen evocativa que, en el mejor de los casos, podría ser un prodigio de la naturaleza. (R. A.)
Las apariciones de la Virgen -las verdaderas, que han sido reconocidas como tales por la Iglesia- en estricto rigor no son «para creer en ellas». Basta con creer con firme convicción lo que está resumido en el Credo y ello es suficiente para ser un cristiano católico convencido. Las verdaderas apariciones de la Virgen soy libre de aceptarlas con respeto filial, porque quieren ayudarme a vivir y para avivar mi devoción a la Madre del Señor.
Por tanto, no son objeto de nuestra fe las apariciones o los hallazgos de imágenes. El objeto de nuestra fe es Dios y su plan eterno de salvación, revelado en Jesucristo. Lo que sí es objeto de nuestra fe, con respecto a la Santísima Virgen, son las verdades referentes a ella, que están contenidas al reconocerla como Madre de Dios, y que han sido declaradas por el magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos.
No llamemos, pues, aparición de la virgen al hallazgo de una imagen evocativa que, en el mejor de los casos, podría ser un prodigio de la naturaleza. (R. A.)
Fuente: Fluvium.org
Fuente: http://www.mariologia.org/aparicionesmiscelaneos01.htm
Las apariciones de la Virgen María (son revelaciones privadas)
Padre Ariel AlvarezValdes
En el año 1738 el cardenal próspero Lambertini,
un teólogo excepcional y uno de los hombres más eruditos de su tiempo
(más tarde nombrado Papa con el nombre de Benedicto XIV, publicó un
voluminoso tratado, titulado “La beatificación de los Siervos de Dios”.
En él distinguía dos clases de revelaciones: la revelación pública y la
privada.
Según esta distinción, hoy comúnmente aceptada, se llama revelación pública a la que Dios hizo al pueblo de Israel a lo largo de su historia. Comenzó con Abraham (hacia el año 1800 a.C.) y terminó con la muerte de Jesucristo y la de sus apóstoles (alrededor del año 100 d.C). Es decir, esta revelación duró unos 1900 años, y ya ha concluido. Actualmente esta recogida en la Biblia, y se la considera obligatoria e imprescindible para la vida y la salvación de cualquier creyente cristiano. Por eso se le da el nombre de revelación “pública”. Si uno desconociera estos mensajes, no podría decir seriamente que es cristiano.
Pero aparte de esta revelación, puede suceder que Dios, la Virgen o algún Santo quieran revelarle a un creyente algún mensaje personal. Esta clase de revelación, entonces, se llama revelación “privada”, porque ha sido hecha en el ambiente privado de la persona.
Según esta distinción, hoy comúnmente aceptada, se llama revelación pública a la que Dios hizo al pueblo de Israel a lo largo de su historia. Comenzó con Abraham (hacia el año 1800 a.C.) y terminó con la muerte de Jesucristo y la de sus apóstoles (alrededor del año 100 d.C). Es decir, esta revelación duró unos 1900 años, y ya ha concluido. Actualmente esta recogida en la Biblia, y se la considera obligatoria e imprescindible para la vida y la salvación de cualquier creyente cristiano. Por eso se le da el nombre de revelación “pública”. Si uno desconociera estos mensajes, no podría decir seriamente que es cristiano.
Pero aparte de esta revelación, puede suceder que Dios, la Virgen o algún Santo quieran revelarle a un creyente algún mensaje personal. Esta clase de revelación, entonces, se llama revelación “privada”, porque ha sido hecha en el ambiente privado de la persona.
Ante
este pedido del Nuevo Catecismo, quizá uno se sienta pasmado: ¿cómo
discernir? ¿Cómo podemos saber si un mensaje proviene realmente de la
Virgen o es una fantasía de quien lo difundió? ¿Existe alguna regla
básica que se pueda aplicar? Si existe.
Primero vale la pena aclarar antes tres puntos:
Primero vale la pena aclarar antes tres puntos:
1.-
La mejor forma de expresar no es “aparición” de la Virgen o algún otro
santo, sino la forma correcta de clasificar a este tipo de experiencias
es con el vocablo: “visiones”;
2.- La iglesia no oficializa los mensajes sino solo el culto. Y
3.- La finalidad de esas visiones es santificar al vidente.
Aclarado estos puntos ahora vayamos a lo que nos concierne: ¿cómo discernir si una revelación es auténtica? ¿Qué característica debe mostrar?
Existe una regla de oro que nos permite darnos cuenta, y a la que por desgracia ni siempre se presta atención. Es la siguiente: UNA REVELACIÓN PRIVADA NUNCA PUEDE CONTRADECIR A LA BIBLIA, ES DECIR, A LA REVELACIÓN PÚBLICA. Por lo tanto, si algún mensaje de la Virgen, de los santos o de quien fuere, contradice lo que enseña la Biblia, no puede jamás venir de Dios, porque Dios no puede contradecirse.
Aclarado estos puntos ahora vayamos a lo que nos concierne: ¿cómo discernir si una revelación es auténtica? ¿Qué característica debe mostrar?
Existe una regla de oro que nos permite darnos cuenta, y a la que por desgracia ni siempre se presta atención. Es la siguiente: UNA REVELACIÓN PRIVADA NUNCA PUEDE CONTRADECIR A LA BIBLIA, ES DECIR, A LA REVELACIÓN PÚBLICA. Por lo tanto, si algún mensaje de la Virgen, de los santos o de quien fuere, contradice lo que enseña la Biblia, no puede jamás venir de Dios, porque Dios no puede contradecirse.
Fuente: Arquidiócesis de Hermosillo, México
Fuente: http://www.mariologia.org/aparicionesmiscelaneos04.htm
La Gaudalupana menciona que se le debe adorar, entonces es un demonio, verdad?
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