Patrona de La República Dominicana
Año 1502
Fiesta 21 de Enero
Nuestra Señora de la Altagracia
Tiene
la República Dominicana dos advocaciones marianas: Nuestra Señora de la
Merced, proclamada en 1616, durante la época de la colonia, y la Virgen de la Altagracia
(imagen de la izquierda), Protectora y Reina del corazón de los
dominicanos. Su nombre: "de la Altagracia" nos recuerda que por ella
recibimos la mayor gracia que es tener a Jesucristo Nuestro Señor. Ella,
como Madre, continua su misión de mediadora unida inseparablemente a su
Hijo. Los hijos de Quisqueya la llaman cariñosamente "Tatica, la de Higüey".
Existen
documentos históricos que prueban que en el año de 1502, en la Isla de
Santo Domingo, ya se daba culto a la Virgen Santísima bajo la advocación
de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo cuadro pintado al óleo fue
traído de España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, que eran del
grupo de los primeros pobladores europeos de la isla. Al mudarse estos
hermanos a la ciudad de Higüey
llevaron consigo esta imagen y más tarde la ofrecieron a la parroquia
para que todos pudieran venerarla. En el 1572 se terminó el primer
santuario altagraciano y en el 1971 se consagró la actual basílica.
La
piedad del pueblo cuenta que la devota hija de un rico mercader pidió a
este que le trajese de Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la
Altagracia. El padre trató inútilmente de conseguirlo por todas partes;
ni clérigos ni negociantes, nadie había oído hablar de esa advocación
mariana. Ya de vuelta a Higüey,
el comerciante decidió pasar la noche en una casa amiga. En la
sobremesa, apenado por la frustración que seguramente sentiría su hija
cuando le viera llegar con las manos vacías, compartió su tristeza con
los presentes relatándoles su infructuosa búsqueda.
Mientras
hablaba, un hombre de edad avanzada y largas barbas, que también iba de
paso, sacó de su alforja un pequeño lienzo enrollado y se lo entregó al
mercader diciéndole: "Esto es lo que usted busca". Era la Virgen de la
Altagracia. Al amanecer el anciano había desaparecido envuelto en el
misterio. El cuadro de Ntra. Sra. de la Altagracia tiene 33 centímetros
de ancho por 45 de alto y según la opinión de los expertos es una obra
primitiva de la escuela española pintada a finales del siglo XV o muy al
principio del XVI. El lienzo, que muestra una escena de la Natividad,
fue exitosamente restaurado en España en 1978, pudiéndose apreciar ahora
toda su belleza y su colorido original, pues el tiempo, con sus
inclemencias, el humo de las velas y el roce de las manos de los
devotos, habían alterado notablemente la superficie del cuadro hasta
hacerlo casi irreconocible.
Sobre
una delgada tela aparece pintada la escena del nacimiento de Jesús; la
Virgen, hermosa y serena ocupa el centro del cuadro y su mirada llena de
dulzura se dirige al niño casi desnudo que descansa sobre las pajas del
pesebre. La cubre un manto azul salpicado de estrellas y un blanco
escapulario cierra por delante sus vestidos.
María
de la Altagracia lleva los colores de la bandera Dominicana anticipando
así la identidad nacional. Su cabeza, enmarcada por un resplandor y
por doce estrellas, sostiene una corona dorada colocada delicadamente,
añadida a la pintura original. Un poco retirado hacia atrás, San José
observa humildemente, mirando por encima del hombro derecho de su
esposa; y al otro lado la estrella de Belén brilla tímida y
discretamente.
El
marco que sostiene el cuadro es posiblemente la expresión más refinada
de la orfebrería dominicana. Un desconocido artista del siglo XVIII
construyó esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmaltes,
probablemente empleando para ello algunas de las joyas que los devotos
han ofrecido a la Virgen como testimonio de gratitud.
La
imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio especial
de haber sido coronada dos veces; el 15 de agosto de 1922, en el
pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II, quien durante su
visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979, coronó
personalmente a la imagen con una diadema de plata sobredorada, regalo
personal suyo a la Virgen, primera evangelizadora de las Américas. Juan
Pablo II también visitó a la Virgen en su basílica en Higüey.
Fuente: http://www.corazones.org/maria/america/rep_dom_altagracia.htm
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